El valor agregado de un buen café
lunes, 6 de mayo de 2013
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La foto del capuchino fue tomada el año pasado en un bar de Rosario
Negro, cortado, con leche, con crema, capuchino, y mil variantes más de una de mis bebidas favoritas, cualquier tipo de café sirve para arrancar la mañana, para ponerle pilas al trabajo, para hacerme una pausa de 5 minutitos. Toda excusa es válida -desde mi punto de vista- para tomarme un café (la gastritis agradecida, jajajaja), ya sea en la oficina, después de almorzar, a la tarde, con amigos, mientras estudio, leo, etc.
Si bien en la Argentina, el mate -según mi experiencia- es la “infusión social” por excelencia, y mucha gente se junta al lado del fogón, perdón del mate, jajajaja, yo prefiero mil veces el café. No sé cómo será su día a día en relación al café, pero les aseguro que es parte indiscutida de mi rutina, me acompaña en el trabajo, y también lo elijo como comodín indiscutido cuando estoy en un bar con amigos o con mi pareja. De hecho, mientras los leo en las redes sociales o mientras escribo en este blog o mientras navego por Internet, casi siempre voy a tener al lado, a mi amiga “la taza de café”.Su presencia es parte sagrada de mi vivir, aunque ella jamás se entere o se de por aludida (suena a bolero, pero es así).
La taza de café es un clásico en mi escritorio, una presencia muda, pero necesaria y energizante. ¿Serán ciertas la propiedades del café? Lo desconozco, sólo sé que el café me despierta y me carga de energías para comenzar el día. Necesito mi dosis diaria de cafeína. Y si el café que estoy tomando es excepcionalmente bueno: ¡touché, mi sonrisa seguramente será más grande que la habitual! ¿Y ustedes que infusiones prefieren? ¿Cuál los acompaña diariamente y les permite trabajar mejor, con más energía? ¿Se consideran adictos al café o les gusta más el té? Me encantaría conocer sus respuestas. ¡Muchas gracias!
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